Sr. Cohen, ¡vuelva pronto! - FIB 2008

21 de julio de 2008


Crónica del concierto de un mito vivo sobre el escenario Verde del FIB 2008.

Una banda de nueve personas -tres coristas incluidas- y con la mayor parte de sus miembros ataviados como si fueran parte de un clan mafioso subió al escenario a las 8 de la tarde para propiciar el primer aplauso de la jornada del domingo en el Escenario Verde. Éste se volvió estruendoso cuando Cohen, vestido de negro y con sombrero, apareció jovial, corriendo, sonriendo y agradeciendo al público su recibimiento (algo que haría constantemente, entre tema y tema, al tiempo que se quitaba el sombrero). Y, para arrancar, la primera andanada: un "Dance Me To The End Of Love" que interpretó arrodillado ante su guitarrista. Se veía: el viejo Leonard estaba pletórico, magnífico de voz e inspirado. Recitó una de las líneas más punzantes de "The Future" como preludio de su interpretación, que ejerció bailando suavemente. No sólo él: las dos coristas blancas que le acompañaban también hicieron un par de pasos como guiño a la línea "Charlie Manson don''t like white girls dancing". Éste fue, por cierto, el tema más reciente de los interpretados.
Tras el apocalipsis visionario, llegó el cuasi blues "Bird On A Wire" y un "Everybody Knows" secundado por un público que cantaba el estribillo. Quizá la mayor sorpresa en el repertorio fue el momento en que el guitarrista se puso flamenco, el maestro se calzó otra guitarra y procedieron a interpretar la oscura "Who By Fire", mientras una de las coristas tocaba un arpa de mano, se sacaba un contrabajo e incluso se daba paso a un solo de órgano. Luego iniciaría "Suzanne" a capella, entrando discretamente un fondo de teclados, los coros y ya el resto de instrumentación. Impresionante. "Hallelujah!" fue celebradísima por el público, que coreó el estribillo a gritos en el momento de mayor fervor comunal. Dos temas emblemáticos del "I´m Your Man", el que le da título y el esperado "First We Take Manhattan" -éste último ralentizado con unos arreglos que la convirtieron en la canción menos brillante de la noche- marcaron los momentos finales hasta la despedida con "So Long, Marianne", risa sarcástica incluida y con un solo de armónica en la parte final.
Todo un mito de la historia de la música, del arte del siglo XX, pasó por el FIB Heineken y dejó su rastro con creces. Un concierto que pasará a los anales. Tanto ello como el posterior abrazo entre el canadiense y Enrique Morente cuando regresaba a los camerinos.

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